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Violencia, gobierno y transformación de Estado mexicano


*La violencia, básicamente se encuentra entre dos coordenadas fundamentales para el desarrollo político: La ley y el poder.
*Existe un vacío de poder que debería ejercerse únicamente y exclusivamente desde las instituciones de gobierno y aprobadas por la sociedad civil.



El principal síntoma del desorden es el agudo malestar que sentimos cuando somos incapaces de interpretar correctamente la situación y elegir entre acciones alternativas
Zigmunt Bauman[1]

La violencia que se vive y se ha vivido en México durante los últimos años, ha llevado a la reflexión a diversas disciplinas de las ciencias sociales. La violencia[2] tiene un significado más allá de los delitos por homicidio, portación de armas exclusivas del ejército o tráfico de sustancias ilegales. La violencia reflejada en muertos tiene un fondo, una causa y todos los días tiene una representación en el escenario social.
El significado de las ejecuciones sin castigar y en muchos de los casos, sin investigar, dejó en evidencia un vacío de poder, un poder soberano que debería ejercerse únicamente y exclusivamente desde las instituciones de gobierno, legalmente constituidas y con la aprobación de la sociedad civil, pero hoy están en duda la eficiencia y eficacia que les ha dado origen, cargando el peso de lo que significa la falta de credibilidad (y de confianza) en los aparatos de gobierno.[3] Ahí nace la necesidad de explicar los causales sociales y políticos, los orígenes de los fenómenos que hoy alcanzan diversas estructuras y expresiones sociales, incluso, tal vez con alcances globales, en algo aproximando a como lo describe Manuel Castells en términos mundiales,[4] ya que el origen del problema hay que buscarlo y encontrarlo en diversos estratos, en los más diversos lugares geográficos, sin distinguir el nivel de ingreso económico, tampoco el género a que pueda pertenecer el individuo, ya que hombres y mujeres participan por igual. Tampoco hay distinción en el nivel de formación cultural y profesional en las victimas y en los causantes del delito.
Además, está pendiente la explicación de la expresión social y política reflejada en las diversas formas delictivas, de la capacidad de organización de organismos actuantes al margen de la ley. Pero sobre todo, urgen acciones para lograr la paz y desarrollo.
Violencia, gobierno y transformación de Estado son el campo de análisis para la Sociología Política, porque estos procesos y actores no pueden verse únicamente como un tema de seguridad, ya que también son fenómenos de completo de interés para las ciencias sociales en su conjunto. De manera aventurada, para el planteamiento del problema, podemos decir que debido al terreno donde se desarrolla éste fenómeno de la violencia, básicamente se encuentra entre dos coordenadas fundamentales para el desarrollo político:
  • La ley.
  • El poder.
En consecuencia, este tema adquiere vital trascendencia por los dos campos donde se mueve. Para los teóricos del Estado y del Derecho pudiera parecerles un tema atractivo, sin embargo se requiere una manera concreta y específica para abordar los procesos sociales, una metodología de la investigación tal vez innovadora por su contexto y por los elementos que conforman el fenómeno de la violencia, de todos esos componentes que lo convierten en tema para la sociología política. Porque ahí donde aparece la violencia, ahí aparece una trasgresión a la ley, al gobierno y a su ordenamiento jurídico, al orden mismo que establece una sociedad en acuerdo político, al orden socialmente valido.
En el seno de un fenómeno de sangre, corrupción, anonimatos, y de eminentes transformaciones. En el seno de una sociedad política, ahí emerge una lucha por el poder entre facciones antagónicas, en ocasiones como brote de desobediencia civil e individual, y en otras ya reflejada como grupos delictivos en cárteles, pero siempre en diversas expresiones y figuras personales que son la cara de organismos sociales, en ocasiones legales, en otras ilegales. A veces legitimas ante la sociedad dominante pero también se expresa de forma y manera ilegitima. Todo es lo que Juan J. Linz llama el problema de la legitimidad dual.[5]
En ese sentido, la II Sesión Extraordinaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública emitió el ACUERDO 02/II-SE/2012, publicado en Diario Oficial de la Federación el 10 de enero del presente año. Se reconoce la importancia de la participación de la sociedad civil y el gobierno federal, un acuerdo donde se comprometen a
…elaborar e impulsar conjuntamente, de manera decidida, un Programa Nacional de Prevención del Delito, con enfoque municipal, que oriente los esfuerzos de las diferentes instancias de los gobiernos federal, estatales y municipales en corregir las situaciones de entorno y de convivencia que provocan violencia social y delincuencia.
Para lo anterior, los tres órdenes de gobierno alinearemos nuestros presupuestos para hacer de la prevención del delito una prioridad nacional. El Programa Nacional deberá enfocarse, entre otras, en las siguientes acciones:
1. Construcción de ciudadanía responsable, cultura de la legalidad y corresponsabilidad social;
2. Mejoramiento del entorno situacional, definido conjuntamente con los ciudadanos;
3. Activación social y apropiación social de los espacios públicos;
4. Otorgamiento de préstamos para la creación de empresas sociales, y
5. Orientación educativa para combatir las causas psicosociales del delito (alcoholismo, drogadicción, violencia intrafamiliar y de género, abuso infantil, pandillerismo, entre otras).
Los esfuerzos van orientados a coordinar las acciones transversales, con la participación social y diversas dependencias. Sobre todo en los estados y municipios “para hacer de la prevención social de la violencia y la delincuencia una verdadera prioridad nacional”.[6]


[1] Zigmunt Bauman “Modernidad y ambivalencia”. En Las consecuencias perversas de la modernidad, Josetxo Beriain (Compilador). Segunda edición, Editorial Anthopos, Barcelona, 2007, p. 73
[2] Federico Engels, El papel de la violencia en la historia. Un estudio de la política de “sangre y hierro de Bismark”, Hadise, México, 1971, p. 146. «…las cosas no van tan mal aún cuando la prensa burguesa oculte la mayor parte de lo que está ocurriendo…».
[3] Max Weber, El político y el científico, Ediciones Coyoacán, 1996, 3ra. Edición, p. 10.
[4] Castells, Manuel. La sociedad red, La era de la información: economía, sociedad y cultura, Volúmen 1. México: Siglo XXI, p. 77.
[5] Juan J. Linz, “El peligro del presidencialismo”, en El resurgimiento global de la democracia, Larry Diamond y Marc. C. Platter (compiladores), Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, 1996, p. 113.

[6] Bases del Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia e Instalación de la Comisión Intersecretarial. Secretaría de Gobernación, 2013, p.19.
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