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Así hablaba Mucho Asunto/Fuga de capitales

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·         El dedo chiquito del Nuevo PRI, resultó más ancho que los lomos del viejo PRI.
·         El problema, no es el problema, sino los bultos que el Pueblo tiene que cargar.

Levantaban sus tazas de café, un grupo de alegres bohemios reunidos en la  “Mesa de los Bultos”, llamada así, porque en ella se congregan porque es el sitio de reunión de políticos sin empleo, algunos ya retirados, que viven de sus nostalgias, otros de incipiente naturaleza en busca de acomodo, y otros tantos más caídos en desgracia, que purgan sus errores calentando la banca. Todos ellos más hombres de palabras que de acciones.
 --Nada hay nuevo bajo el sol. Nada hay que puedan hacer, decir, o inventar, que no esté escrito ya, dijo Mario el Azul.
Abrió su infaltable Biblia y fue directo al capítulo 12 del libro de los Reyes que narra la  Rebelión de los Israelitas contra el Rey Roboam, un hijo de su...padre Salomón.
Pongan mucha atención, pidió al tiempo que su dedo iniciaba una larga marcha sobre las letras.
--Roboam (hijo de Salomón, recién muerto) fue a Siquem, porque todo Israel había venido a Siquem para hacerle rey.
 Y aconteció que cuando lo oyeron los que habían huido de los altos impuestos del rey Salomón y habitaban en Egipto, vinieron y hablaron con Roboam, esperando que el nuevo Rey, sería más benigno y más justo que el Viejo Rey, recientemente muerto.
Así le habló el Pueblo a Roboam, explicó Mario el Azul, siguiendo con su lectura del Capítulo 12 del Libro de los Reyes:
--Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos.
 Y él les dijo: Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue.
Entonces  Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?
Y ellos le hablaron diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre.
 Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él.
Y les dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?
Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre.
Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones.
Al tercer día regresó el pueblo, a escuchar la respuesta de Roboam.
Y el rey respondió al pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado; y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones.
Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, le respondió estas palabras, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas!
--¿O sea? Preguntó Mateo el Ateo.
--Que cuando el pueblo vino a decirle al nuevo Rey que, que les bajara los impuestos y los tratara mejor que su padre, el rey recientemente muerto, , y este aconsejado por sus consejeros, los tecnócratas de aquel tiempo, amenazó no solamente con aumentarles los tributos, sino también, con aumentarles los castigos por evasión fiscal,  al fin nómadas,  todos se fueron.
Así, el pueblo le ha pedido al Nuevo PRI, que le afloje el yugo heredado por su padre el viejo PRI, y este le responde con un trato fiscal, que es como decía Roboam, su dedo chiquito, pero más pesado y ancho que los lomos de su padre. Ya ni Santana, que pretendió cobrar impuestos hasta por los metros de aire que ocupaban las ventanas, fue tan insensible, agregó.
Pronto comenzará la fuga de capitales, profetizó Mario el Azul.
--Lo que pasa es que ustedes están ardidos, porque perdieron la grande. Lo que deberían de hacer es volver a sus púlpitos, pregonar la palabra de Dios, y dejarle los asuntos de gobierno a nosotros, los hombres, criticó Leonardo el Dinosaurio.
A punto estaban ambos de pasar de las palabras a los golpes, cuando intervino Pepe el Chapulín, invocando el Pacto por México.  Ya había recorrido todos los partidos, y de todos había salido, según el, por la falta de oportunidades. Su más reciente aventura, fue como panista “adherente” a la campaña de Castro Trenti.
--Nomás por 25 mil votos que nos faltaron, no  soy Secretario de Finanzas, se quejó, tras advertir que la gran lección de la pasada contienda electoral, es que la disidencia, la indisciplina, no conduce a nada bueno.
Yo ya entendí que nadie que no forme parte del Pacto, tendrá ningún beneficio, ni político, ni económico. Un México dividido, es un México empobrecido, agregó.
Así que ni modos, como Blázquez, voy a tener que abstenerme.
--¿O sea? Preguntó Mateo, el Ateo, llamado así por su escepticismo. Nunca tenía una opinión, pero le divertía mucho oír los debates de los demás.
--Que me sumo a la mayoría, a ver si me hago millonario, zonzo.
--¿Oiga Maestro, y usted que trae en ese Maletín? Preguntó Pepe el Chapulín, a un tipo de elegante traje, y fina corbata, que recién llegado.
Lo había visto que llevaba toda la tarde, recorriendo todas las mesas. Y mucho le llamaba la atención que se levantaba siempre, después de abrir el maletín, y enseñárselo a los comensales, que a señas, le decían que no, con el dedo.
El hombre no dijo nada. Abrió el maletín, y esta vez, no solamente lo abrió para enseñar su contenido. Sacó toda clase de mercadería –chicles, chocolates, semillas,  sodas de lata, cinturones de piel y hasta una camiseta del club de futbol Xoloizcuintles,  que fue colocando discretamente, al lado de las vacías tasas de café.
Sin decir nada, el hombre paseo la palma de la mano por encima de la mercadería, como preguntando: ¿Qué van a querer?
Le respondieron también silenciosamente, dando palmadas sobre los bolsillos de los pantalones, y después moviendo el dedo índice de izquierda a derecha, como diciendo: ¡No tenemos dinero!
El hombre recogió lenta y discretamente su mercadería, y luego de regresar todo, perfectamente acomodado al maletín, exclamó airado:
--Miren hijos de la madre patria! El problema no es que suban el IVA del 11 al 16 por ciento. Ni que cobren más por la comida de los perros, ni que le pongan impuestos hasta a los vales de gasolina, o los bonos de despensa.
El problema es toda la bola de bultos, como ustedes, que el pueblo tiene que cargar.
Son una clase política que no produce nada.
Con ustedes, mucho asunto y poco peso.
Así habló, y se retiró, prometiendo volver a ver si en una de esas, aunque sea por pura equivocación, alguno de los bultos, hace algo productivo, que valga la pena comentar, aunque no le consuma nada.
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