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Suspensión Canónica para el “Padre desobediente” de Rosarito, inician proceso legal para su desalojo


TIJUANA.-Después de más de un año de controversias, tiempo este durante el cual ha manifestado abierta desobediencia ante las autoridades eclesiásticas, el padre católico de Playas de Rosarito, conocido como el “padre desobediente”, Raymundo Figueroa Pérez, fue suspendido en el ejercicio del ministerio sacerdotal.

Por lo tanto, a partir de dicha suspensión, la iglesia católica no reconocerá como válido ningún acto que realice como sacerdote, según consta en la circular 07/IV/2010 que contiene el Decreto de Suspensión Canónica del Presbítero Raymundo Figueroa Ortiz, suscrita por el Arzobispo de Tijuana, Rafael Romo Muñoz, dada a conocer el fin de semana.

El citado Decreto de Suspensión contiene la salvedad, para Figueroa Pérez, en el sentido de que si enmienda su conducta, se arrepiente y cesa en su contumacia, se le levantará la pena y podrá seguir ejerciendo como sacerdote.
En caso contrario, de persistir en sus desobediencias, se le advierte la posibilidad de exclusión del Estado Eclesiástico.

El Decreto de Suspensión, que aparece en el portal de Internet de la arquidiócesis de Tijuana, está dirigido a los fieles de la misma.

En el mismo, Romo Muñoz expresa: “Con profundo dolor de corazón de padre, pero con la confianza de que la ley de la Iglesia mira siempre el bien de las almas (c. 1752) y después de una larga reflexión y discernimiento delante de Dios, me veo en la necesidad de imponer esta pena canónica de la SUSPENSIÓN del ejercicio del ministerio sacerdotal al P. Raymundo Figueroa Pérez”.


En cuanto a sus alcances, el Arzobispo precisa que “El DECRETO DE SUSPENSIÓN CANÓNICA, priva al P. Raymundo de ejercer como sacerdote. Por lo tanto, él no puede celebrar los sacramentos; Para poder hacerlo no basta con ser sacerdote ordenado sino que se debe estar en comunión y obediencia a la autoridad y haber recibido del Obispo el encargo de poder hacerlo. Si los fieles acuden a él para que les celebre los sacramentos y si el P. Raymundo sigue haciéndolo, recuerden que están rompiendo la comunión con la Iglesia. Lo cual conllevaría la Exclusión del Estado Clerical para el Padre Raymundo”.


Así mismo aclara que “Hasta el momento el P. Raymundo sólo está suspendido, no puede ejercer como sacerdote, pero si él enmienda su conducta, se arrepiente y cesa en su contumacia se le levantará la pena y podrá seguir ejerciendo como sacerdote”.

Romo Muñoz expresa un mensaje final: “Ruego a Dios que ilumine al P. Raymundo y a los fieles que le apoyan para que sean conscientes de la gravedad de estos actos y que María de Guadalupe los proteja siempre”.



ANTECEDENTES.


Mediante comunicado de fecha 1 de Noviembre del 2009, el Arzobispo Romo Muñoz, explica a los fieles de la Arquidiócesis de Tijuana, los antecedentes del caso. “En esta ocasión – dijo entonces- me dirijo a ustedes con dolor paternal al tener que informar de una situación que no hubiéramos esperado en nuestra Iglesia local”.



“Se trata – indicó- del padre Raymundo Figueroa Pérez, a quien encomendé la cura pastoral de la parroquia Santísimo Sacramento en la ciudad de Playas de Rosarito. Por las razones que a continuación expondré tuve la necesidad de pedirle que el día 30 de octubre de 2009, tomara posesión de una nueva parroquia que le encomendé, Villa de Guadalupe, en Tijuana; dejando de ser párroco de la parroquia Santísimo Sacramento”.


Y si bien es cierto que en principio habló de virtudes respecto a quien habría de ser conocido como “padre desobediente”, dijo que las mismas “no justifican, sin embargo, las faltas graves por las que ha sido amonestado y que, dada su persistencia en hacerse ver ante la comunidad como si fuera una víctima, me veo obligado al menos a enumerar”.



Y empezó entonces a enumerar la cadena de desobediencias del padre Figueroa, empezando por la amonestación escrita del 9 de octubre de 2009, “después de abundantes amonestaciones verbales por acciones y actitudes graves en las que ha persistido contumazmente durante ya varios años”.



La amonestación escrita, explicó entonces, se fundamenta en el Código de Derecho Canónico que rige a la Iglesia Católica en todo el mundo, y en esencia es un acto de bondad y justicia con quien comete faltas, pidiéndole que se enmiende para evitar medidas más severas, que tendrían que aplicarse por el bien de la Iglesia si el amonestado no cambia de conducta.



El contenido de la amonestación fue por tres motivos: Desobediencia, simonía y rompimiento de la comunión con los miembros de la Iglesia.

Desobediencia


La desobediencia citada en la amonestación escrita es la celebración de todas las misas del domingo 3 de mayo de 2009, día en que la iglesia católica se solidariza ante la contingencia de salud creada por la influenza, evitando concentraciones masivas.

Sin embargo dicho acto citado de desobediencia no es el único, sino uno más de una larga cadena de desobediencias tras las amonestaciones verbales que recibió una y otra vez y de las cuales hizo caso omiso una y otra vez.



“El haber convocado a misa abiertamente ese día, en el contexto de sus actitudes, era una demostración pública de lo que ya llevaba años haciendo en forma no tan pública: hacer ver que no le importan las disposiciones de su Obispo ni la solidaridad que los demás sacerdotes sí demostraron, y además hacerlo desviando la atención con un lenguaje confuso hacia sus fieles, dando a entender que lo que lo movió es el celo pastoral que él sí tiene”, observó el Arzobispo.



“Después – continúa explicando- de que en mayo pasado le pedí que dejara la parroquia y que a petición suya le concedí tiempo hasta octubre, ha continuado induciendo a sus fieles a la desobediencia, desviando la atención de sus verdaderas faltas al dar a entender que se trata de algo personal contra él por la envidia de otros sacerdotes. Esta tergiversación, junto con el merecido cariño que la comunidad le tiene, hace que muchas personas de buena fe vean la autoridad de la Iglesia como si estuviera cometiendo una injusticia. Inducir a otros a la desobediencia es también motivo de la amonestación”.



Simonía.



Romo Muñoz explica que “La simonía es la falta que ha venido cometiendo durante años y por la cual le he llamado varias veces la atención”.

“Se trata – dijo- de la celebración o coordinación para que otros celebren sacramentos, tanto en lugares públicos prohibidos (hoteles, jardines) como fuera de su jurisdicción parroquial sin permiso (lo cual en el caso de los matrimonios los hace inválidos), así como también en parques y casas en Estados Unidos, invadiendo otras diócesis y estropeando los trabajos pastorales al aceptar primeras comuniones y confirmaciones sin respetar los tiempos prescritos para la debida preparación”.

“De esto – reveló- he recibido múltiples quejas de otros obispos, lo cual le he hecho ver al padre Raymundo, pero mientras que con las palabras promete enmendarse, en los hechos descubrimos que no ha tenido la mínima intención de hacerlo, pues vemos celebraciones realizándose de manera continua, preparadas con la complicidad de otras personas, y en las que tristemente lo que surge a la luz es la simonía: lucrar con lo sagrado”.



Rompimiento de la comunión con los miembros de la Iglesia.

Y un acto indebido más, agregado a las desobediencias.


“Para sorpresa de todos nosotros, al menos algunas confirmaciones en Estados Unidos las ha organizado con la participación de un supuesto obispo, perteneciente a un grupo llamado “Old Catholic Church, Corp.”, el cual se declara abiertamente fuera de la comunión con el Papa. Mayor sorpresa recibimos al saber que el padre Raymundo incluso llevó a esta persona a celebrar a la parroquia Santísimo Sacramento”.

“Es grave y muy lamentable – insistió el Arzobispo- que un sacerdote católico se preste a estos engaños, no respete el ministerio que se la ha confiado, y sin escrúpulos maneje celebraciones inválidas de sacramentos”.



Cuenta el Arzobispo que “El mismo día 9 de octubre, cuando el padre Raymundo recibió la primera amonestación, aceptó el ofrecimiento que le hice de una parroquia de nueva erección, Villa de Guadalupe, que hasta entonces formaba parte de la jurisdicción de San Isidro Labrador, en Tijuana. Acordamos también el 30 de octubre como fecha de toma de posesión e inicios de noviembre para que entregara Santísimo Sacramento”.



“Sin embargo, inmediatamente dio marcha atrás y continuó con la misma desobediencia, otra vez incitando a sus fieles al asumir de nuevo un falso rol de víctima. El 17 de octubre, día en que acepté atender a un grupo de laicos que respaldan su postura, me leyeron una carta enviada por él, que en su conjunto no puedo calificar menos que de insultante”, continuó diciendo.



Las amenazas.



El Arzobispo hace hincapié en que en la carta del padre Figueroa, entre otras cosas, incluye la amenaza de revelar ante los medios de comunicación supuestas malas conductas de otros sacerdotes, “cosa que ya había insinuado al menos en tres ocasiones en que se dirigió hacia mí en forma abiertamente retadora”.



Al respecto precisó que “quien tuviera certeza de una conducta escandalosa de alguien que represente a la Iglesia Católica en cuanto institución, tiene la obligación de echar mano de la corrección fraterna haciéndole ver a esa persona el daño que causa y, si es el caso, dirigirse conmigo, con el vicario general o con otro sacerdote con ascendencia en la diócesis para que intervenga la autoridad de la Iglesia. Pero que el padre Raymundo insinúe que se guarda una supuesta información que podría causar escándalo mediático como una forma de intimidar para conseguir lo que quiere, es innoble”.



Segunda amonestación escrita.



“En ella – indica- hago alusión a la primera por las mismas faltas, y agrego el decreto de remoción de párroco de Santísimo Sacramento, su nombramiento como párroco de Villa de Guadalupe, y el nombramiento para el padre Jesús Torres Ortiz como administrador parroquial de Santísimo Sacramento, entrando todo lo anterior en vigor el 30 de octubre de 2009.



Sin embargo advirtió que entonces, seguía siendo sacerdote, aún aceptado en la comunión de la Iglesia diocesana y seguían siendo válidos los sacramentos que celebrara, empero que su contumacia hacia que su permanencia como sacerdote pendiera de un hilo, pues tras la segunda amonestación escrita ya sólo quedaba la suspensión.



En atención a su persistente desobediencia, desde el 30 de octubre pasado dejó de ser el párroco de Santísimo Sacramento, y cualquier acción que realizara como si lo fuera es sería usurpación, pues la dirección de la parroquia desde entonces compete al padre Jesús Torres Ortiz como administrador parroquial.



El ultimátum.



El Arzobispo Romo Muñoz, a través de un documento que fue recibido por el padre Raymundo Figueroa el 13 de abril de 2010, le ofreció una última oportunidad de enmienda, a quien ya no era párroco de la Parroquia Santísimo Sacramento desde octubre de 2009, en Playas de Rosarito.


El ultimátum advertía que en quince días el padre Raymundo debería entregar la parroquia al nuevo párroco, asignado por el Arzobispo. El nuevo párroco nombrado es el padre Carlos Santillán Ortega, quien está por tomar posesión.



El padre Raymundo Figueroa no debe ya celebrar misa en la parroquia Santísimo Sacramento ni tiene ninguna facultad en ella.

Al llegar el 30 de Abril, sin que el llamado “padre desobediente” hubiese corregido su conducta, se dictó el decreto de suspensión canónica, mediante el cual se le suspende como sacerdote de la iglesia católica.

Ahora, lo que sigue es el proceso legal para desalojarlo de la parroquia, respecto de la cual ya se publicó un decreto de sede parroquial vacante.
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